De Todo Bastante

Compartir mis impresiones sobre lo que pasa a mi alrededor.Si alguna vez logro instalar una sonrisa, una emoción o contribuyo a sembrar o cosechar una idea, sentiré que este espacio se carga de sentido. Este blog no tiene posición política partidaria, al igual que su autor. Por lo tanto, se publicarán textos con cualquier orientación al respecto, siempre y cuando los considere de interés para compartir.

Nombre: JTONIG
Ubicación: Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Jorge A. Jaurena Nacimiento: 23/11/1949 en Buenos Aires, Argentina.

16.3.07

De Pérdidas y Encuentros II

No es casual que a mi testimonio sobre el episodio de salud que termino de atravesar y al trabajo de Sergio Sinay que publiqué en estos días, se suceda este testimonio de Norma Ramljak. Seguramente, si se animaran, muchas mas personas podrían aportar testimonio sobre un suceso similar. La pregunta sería cuántas de esas personas intentaron un cambio en sus vidas, que les permitiera cumplir con anhelos largamente postergados. A continuación, el relato de Norma.

Hola Jorge, te escribo porque me conmovió tu relato "De pérdidas y Encuentros" lo que te cuento a continuación si te parece podés ponerlo en tu Blog y llevaría el mismo título "De pérdidas y Encuentros II". JuanCa, mi marido de escasos 58 años, comenzó con que en tres oportunidades se le durmió el brazo izquierdo y no podía moverlo, resolvimos ver a un neurólogo, estudios mediante le detectan una placa en la arteria carótida derecha y lo derivan al FLENI. Más estudios, cada vez más profundos e importantes. Corría el mes de diciembre de 2006, ya habíamos pagado el alquiler de la casa de veraneo para enero y teníamos los pasajes para el 30/12; nos íbamos a celebrar año nuevo en el pueblo que elegimos para nuestra vejez, Santa Clara del Mar.El 22 de diciembre el neurocirujano nos informa que la placa es inestable que podía "irse al cerebro" y provocar un accidente cerebro vascular. ¡Hay que operar! ¡Ni dudarlo! Adiós vacaciones, fiesta de fin de año, pasajes etc.etc.etc.Nuestra Obra Social cubre algunas prestaciones en FLENI pero no ésta, nos pasan un presupuesto de $ 15.000... si, como lo lees, no agregué ningún cero.El 28 de diciembre, último día hábil antes de la Feria Judicial (sabés que trabajo en un Juzgado), media hora antes que cierre la Obra Social, llegamos con el presupuesto en mano... podés imaginar nuestra angustia! Gracias a Dios dimos con un Auditor Médico que nos autorizó el 100% del costo ¡Uf! ¡Un problema menos! Pero Juanca no podía ser operado antes del 3 de enero ya que debía eliminar toda la medicación que previamente le habían dado.Fueron los días más largos y duros que nos tocó vivir a nosotros y a Juan y Guille nuestros hijos. Pasaron Navidad y Año Nuevo en los que nos encerramos en nosotros mismos sin ver ni hablar con nadie Lo demás es anécdota Juanca fue operado el 3 de enero, dado de alta el 4, le sacaron los puntos el 10 y el 11 nos fuimos de vacaciones. JuanCa como vos fue el protagonista de la historia a su lado estábamos Juan, Guille y yo. Ahí y justo ahí aprendí el valor de otras cosas que por supuestas, no notás hasta que pensás que pueden faltarte. Creo que me conocés, sabés que soy de ir y dar cursos sobre temas de mi profesión, que suelo estar poco en casa siempre buscando nuevos horizontes que aprender o enseñar. Hoy acabo de renunciar a la cátedra de la que era titular. Nada me importa más que mi familia, estar cerca de ellos, valorar esos pequeños momentos. Naturalmente mantengo el trabajo del Juzgado porque sólo me faltan 3 años para jubilarme, pero nada más, quiero que mi marido y yo podamos cumplir nuestros sueños, ver nuestros nietos cuando nazcan, hoy quiero ser esposa y madre antes que la mujer "liberada" que está en todas partes haciendo cosas. Un beso Norma Norma Ramlajk es licenciada en Servicios Sociales. Ejerce su profesión en el área del Poder Judicial; es docente universitaria e investigadora y colabora con De Todo Bastante por segunda vez.

14.3.07

De Pérdidas y Encuentros

Es sabido que los seres humanos no valoramos a conciencia las cosas importantes de nuestra vida, hasta que por ahí, por una zancadilla de la suerte, el destino, Dios, o vaya uno a saber, las pierde definitiva o transitoriamente. Que a uno le extraigan un órgano por primera vez recién a los cincuenta y siete años es una verdadera suerte pero, por esa ley fundamental de la vida que equilibra para que lo que nos pasa (mucho habría para pensar sobre el "nos pasa") no sea del todo bueno ni del todo malo, lo que nos permite mantenernos haciendo permanente equilibrio entre este mundo y...lo que sigue si es que sigue algo; esa ley fundamental les decía, me arrojó al quirófano el 31 de enero de 2007 por la noche, con tres diagnósticos posibles: apendicitis aguda (el que, afortunadamente, resultó el correcto), divertículos o un tumor en el recto. Así nomás me lo dijeron. Acto seguido me sacaron la ropita, me pusieron un camisolín ridículo, me subieron a una camilla y, con la imagen de Marcos esforzándose por no llorar, comenzó ese extraño camino hacia el quirófano, acostado boca arriba, viendo desfilar las luces del cielorraso hacia atrás, como si uno estuviera viajando de noche en un tren que se desplaza caído de costado. En ese momento, no experimenté sensación alguna de miedo o inquietud; no es que me las quiera dar de valiente, pero tengo la sospecha que así como el exceso de dolor físico suele provocar una anestesia natural y momentánea, también la psiquis -en momentos críticos- debe generar algo similar para que el pánico no nos haga huir corriendo del Hospital Británico, a las diez de la noche y en camisolín (imagen grotesca si las hay). Creo que pocos lugares debe de haber tan desolados como los corredores que conducen a un quirófano, al menos a esa hora de la noche en que el personal y la actividad son los mínimos indispensables. En el trayecto solo atiné a pensar con más estupor que miedo, que al despertarme de la anestesia a la que seguramente me someterían, podría llegar a escuchar algo así como una sentencia de muerte. Vino luego el sueño profundo, negro y absolutamente silencioso provocado por la anestesia. Al despertar, vi los ojos ansiosos de Marcos, Graciela y Leonardo fijos en mi cara, y escuché varias voces que atropelladamente me decían que todo había pasado, que estaba todo bien y que ya estaba en la habitación. Probablemente algo dicho por los médicos había escuchado con anterioridad, porque recuerdo que por toda respuesta a tanto amoroso estímulo, les dije con tono que recuerdo firme y tajante: "no tengo cáncer". Lo primero que supe cuando las nieblas de la anestesia se fueron disipando, fue que esos tres pares de ojos queridos eran los esenciales en mi vida. Esas tres miradas, esos tres rostros -de entre los muchos ojos y rostros queridos con que cuento en mi vida, afortunadamente- son los que espero ver por última vez cuando me toque partir. Porque en esta oportunidad no me tocó, pero alguna vez, como para todo el mundo, será mi turno de perder la vida...o encontrar la muerte (como dice mi amigo Ricardo); dos cosas que parecen tan opuestas y, sin embargo, son lo mismo.