En la tarde noche del cuatro de septiembre, en el hotel Bauen, se llevó a cabo la penúltima reunión de Pensar Cromañón, un espacio de pensamiento en el que periodistas, intelectuales y profesionales de la sociología y la salud mental, nos ayudan a pensar -con la participación de sobrevivientes, amig@s y familiares- este horror que nos llenó de luto a los argentinos en la madrugada del 30 al 31 de diciembre de 2004, acontecimiento sobre el que la inmensa mayoría de nosotros solo podemos, en el mejor de los casos, sentir.
Una vez mas, la carga trágica de ese hecho incalificable (masacre, tragedia, genocidio, desidia, indiferencia, corrupción, todo esto junto… ¿cómo nombrarlo?) se me vino encima con el horror de la pérdida de esas casi doscientas jóvenes vidas y de muchas mas -las de los sobrevivientes, amig@s y familiares de las víctimas- marcadas para siempre por el horror y, en muchos casos, por su salud física y psíquica quebrantadas para siempre.
Hechos como este y muchos más (AMIA, discoteca Kheyvis, Embajada de Israel, LAPA, gatillo fácil, etc.) ocurren bajo el paraguas negro de la política corrupta, ciega para todo lo que no sean sus propios, egoístas y vergonzosos intereses de facción. Son, además, llagas en el tejido social que difícilmente habrán de cerrarse algún día; pústulas por donde seguirán drenando los fluidos indeseables de un colectivo que no logra articularse del todo en sociedad. Y no nos curaremos, y seguiremos lastimándonos hasta que lo consigamos de una vez.
El auto proclamado progresismo hoy en el poder, muchos de cuyos figurones usurpan -entre otros lugares- su pertenencia a luchas sociales y políticas en las que no participaron, se vale de los mismos métodos y mentiras de aquéllos a los que pretende estigmatizar con el mote en muchos casos merecido de “derecha reaccionaria”, para mantener aislado del resto de la sociedad a este verdadero foco de resistencia social frente a la impunidad cómplice del poder y “la justicia”.
Dado que desde su impostura ideológica tampoco pueden el "progresismo" y sus mascarones de proa dar cuenta del reclamo de justicia del movimiento Cromañón, a lo único que atinan es a marginarlo del acompañamiento masivo de la sociedad, radiándolo de los medios de desinformación pública, siempre genuflexos con el poder de turno y colaboracionistas espontáneos a la hora de difamar a los familiares, amig@s y sobrevivientes, difundiendo de manera distorsionada, mendaz y fuera de contexto sus reclamos y reacciones públicas, ante la indiferencia canalla con que se los destrata en sus demandas de justicia.
(¿No resulta sospechoso que tanta tragedia, tanto dolor y tanta lucha de padres, madres, abuel@s, herman@s, parejas, amig@s y sobrevivientes, permanezcan excluidas de los medios masivos de comunicación?)
Por otra parte, haciendo mío lo dicho por mi amigo, el licenciado Jorge Garaventa, nuestra sociedad, luego de acompañar masivamente las marchas de la primera hora y lavar nuestra culpa, nos retiramos a la tranquilidad de nuestros hogares con la falsa sensación del deber cumplido, dejando a nuestr@s herman@s casi en soledad. Y quedando a merced –agrego yo- de los abusos que seguimos tolerando y padeciendo por parte de la corporación política.
Ibarra y sus cómplices, nuevamente en el poder por el voto popular y de la mano del kirchnerismo reinante, fueron la cabeza del aparato de corrupción que desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dieron vía libre para que individuos voraces e inescrupulosos auto denominados "empresarios", antepusieran como prioridad absoluta sus utilidades económicas a la seguridad de la gente, que debían resguardar.
Rápidamente, los dispositivos de la desinformación –interpretando el sentir de muchos de nosotros- se apresuraron a poner la culpa donde solemos ponerla: en las víctimas, dejando al margen al verdadero culpable: ese amasijo vergonzoso de políticos y falsos empresarios corruptos.
El desvergonzado corrimiento de algunos de los más emblemáticos organismos defensores de los derechos humanos y sus capitostes hacia los fértiles terrenos del poder de turno, ha dejado al movimiento Cromañón desprovisto de comunicación con la sociedad en su conjunto, no obstante la fértil construcción de significados y permanencia desarrollados a partir de -pero no desde- el dolor mas profundo e inconsolable. Solo como ejemplo: en estos días, hemos asistido por televisión a la imagen –lamentable en mi opinión- de la señora de Bonafini abrazando a la senadora Fernández de Kirchner durante un acto político con claros fines de proselitismo electoral.
L@s dirigentes verdaderamente comprometid@s en la defensa de los derechos colectivos (sobre todo de los derechos humanos), jamás deben asociarse con ni defender a intereses sectoriales, mucho menos si son de orden económico, político o están relacionados con el poder. Antes bien, deben mantenerse distantes para conservarse alertas y si no pudieran hacerlo, tener la dignidad de apartarse y evitar que las propias claudicaciones contaminen los legítimos reclamos que sostuvieron.
¿Qué opinarían sobre esto –por ejemplo- las señoras de Carloto y Bonafini?
Por estas razones y por muchas mas, resulta necesario mejorar(nos) para aspirar a ser -alguna vez- un pueblo de pie. Voy a permitirme una breve disquisición:
“La conciencia social siempre es perversa”, dijo en su exposición Jorge Garaventa. No me atrevería a interpretarlo, pero no puedo evitar reflexionar -en su mismo sentido, espero- sobre esta interesantísima idea suya.
La conciencia no puede sino ser individual; una construcción subjetiva que solo opera desde y para el propio sujeto. Asumir la existencia de una conciencia colectiva (social, o política añadiría yo) sería aceptar que únicamente se pudiera pensar y accionar desde esa conciencia colectiva, la que inevitablemente sería producida por un solo individuo o grupo de individuos. En consecuencia, cualquier propuesta debería pasar por ese dispositivo excluyente para ser admitida como válida. ¿Acaso tendría sentido sostener la existencia de varias conciencias sociales o políticas dentro de una sociedad? Es sobre esta base que sostengo que las ideologías, en tanto dispositivos colectivos de las ideas, operan limitando severamente el pensamiento supeditándolo al dogma. Las ideas, cuando no se las concibe en su justo valor como herramientas de acción no excluyentes y en permanente evolución y movimiento, terminan inevitablemente en pastiche ideológico. Utilizo el término pastiche no en un sentido peyorativo, sino tratando de expresar la idea de la discusión convertida en Torre de Babel de las ideas.
No es conciencia social lo que espero de nosotros en torno del Movimiento Cromañón, sino “conciencia de ser sociedad” lo que pretendo que construyamos, precisamente desde la multiplicidad y riqueza de nuestras diversidades.
Y pongámonos en marcha de una vez, cuando Familiares, Amig@s y Sobrevivientes nos convoquen a la próxima Marcha para pedir Justicia por l@s Pib@s muert@s en Cromañón.
lospibespresentes@gmail.com
www.lospibesdecromagnon.org.ar
Jorge Jaurena
Septiembre 2007
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