De Todo Bastante

Compartir mis impresiones sobre lo que pasa a mi alrededor.Si alguna vez logro instalar una sonrisa, una emoción o contribuyo a sembrar o cosechar una idea, sentiré que este espacio se carga de sentido. Este blog no tiene posición política partidaria, al igual que su autor. Por lo tanto, se publicarán textos con cualquier orientación al respecto, siempre y cuando los considere de interés para compartir.

Nombre: JTONIG
Ubicación: Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Jorge A. Jaurena Nacimiento: 23/11/1949 en Buenos Aires, Argentina.

30.9.08

¿Crisis?

Desde que en el Siglo XVII la escuela de pensamiento de los Utilitaristas, con el británico David Hume a la cabeza, postuló -creo hoy que cándidamente- que ya que es imposible lograr la felicidad para todos debe tratarse de que alcance a la mayor cantidad posible de individuos (pensamiento que planta la semilla para el nacimiento del liberalismo), este sistema viene sufriendo crisis recurrentes y periódicas algunas de las cuales parecieron terminales. Cuando el utilitarismo formuló este pensamiento, el concepto de liberalismo tenía una mirada principalmente política. Se trataba de restar poder a las monarquías absolutas, posibilitando el acceso de mayor cantidad de voluntades a las decisiones de gobierno. De este modo, se pensaba que los acontecimientos políticos se verían influenciados por la voluntad colectiva, con el consiguiente beneficio para el bienestar general. La paulatina marcha de los absolutismos hacia formas políticas más liberales, fue encontrando su correlato en el ámbito económico con el consiguiente protagonismo de la burguesía, que pasó a ser el factotum en materia económica. Claro es que desde entonces hemos recorrido un largo camino muchachos, y con cada crisis algunos son mucho más felices que antes mientras que otros...Otros, países e individuos, pierden posiciones con cada terremoto económico, posiciones que difícilmente recuperen al menos en lo que, en términos históricos, podríamos denominar el corto y mediano plazo. Pero bueno, el liberalismo subsiste como sistema desde hace tres siglos y por algo será. Por algo también será que el propio Marx fuese un admirador del Capitalismo como factor movilizador de cambios permanentes, tal como lo declara en sus Apuntes Económicos y Filosóficos. Posteriormente, a medida que iba completando su pensamiento, entendió que los problemas que el capitalismo planteaba al hombre no tenían solución en el ámbito del propio capitalismo, porque este era no solo parte del problema sino el problema mismo. Esta breve, superficial y casi grosera reseña histórico-filosófica no tiene otra finalidad que poner a ustedes en materia de mis propias dudas y perplejidades, que son muchas. ¿CRISIS O MERO SACUDÓN? El término “crisis” tiene una connotación de instancia superadora, al menos cuando se utiliza con cierto rigor para describir procesos de conflicto profundo, de los que el sujeto emerge fortalecido o resulta aniquilado al menos en el aspecto psicológico; e incluso físico. Como consecuencia de la grave situación que la economía mundial está atravesando en estos días, ¿cabe esperar que el sistema liberal-capitalista se "civilice" y pierda -al menos en parte- el salvajismo ciego que parece avanzar en el sentido contrario del progreso de la ciencia, la tecnología y el pensamiento posmoderno mismo? ¿O será este un nuevo sacudón luego del cual se verificarán las características brutales en el ejercicio de un sistema que, tomando la libertad como bandera, se consolide en su materialismo primitivo a fuerza de ser despiadado, sin matices de humanidad que superen la órbita del mero discurso vacío? Si esta fuera una crisis, al menos debería entenderse que no se puede seguir insistiendo en un capitalismo sin producción, donde ésta se ha concentrado en los países periféricos con mano de obra barata y condiciones de trabajo que, en muchos casos, recaen en la esclavitud. El capitalismo se ha habituado a hacer dinero con el dinero mismo. Este fenómeno que comienza en la década de 1980 con el fenómeno yuppi y se consolida en la de 1990, genera excedentes financieros formidables que al no ser invertidos en actividades productivas buscan la ganancia en la mera especulación financiera. Se crea así un círculo vicioso donde el dinero es un bien en sí mismo y no un medio para el intercambio de bienes, ya que éstos son cada vez más baratos en un mundo que, no obstante hacer del consumo su principal objeto de deseo, produce cada vez más individuos sin capacidad económica para obtener siquiera lo necesario para subsistir o, en el mejor de los casos, vivir con dignidad. Corporaciones multi y transnacionales más poderosas en ciertos casos que los estados mismos, ejercen un poder sin control alguno ya que las posibilidades que les otorga la tecnología y la crisis que atraviesa el propio concepto de estado-nación, les deja las manos libres para hacer su voluntad. La sensación de impotencia para luchar con un poder tan formidable, mina la voluntad de los funcionarios de gobierno que, si no pueden derrotar al enemigo, se le unen. Así, una mañana nos despertamos con la noticia de que el paraíso de ayer se ha transformado en el infierno de hoy y el interrogante dramático sobre el mañana. Creo que el unicato del que goza a partir de 1989 le ha caído mal al liberalismo capitalista. Como su mismo dogma postula, no hay mejor motorizador del progreso que la competencia. El capitalismo se ha olvidado del género humano. Se ha transformado en su propio y único objetivo. Ya no se trata de multiplicar los panes para llevar alimento a la mayor cantidad de gente posible y contentar la memoria del bueno de Hume (como tiernamente lo llama un compañero de pensares), se trata de crecer desmesuradamente para sobrevivirlo todo, inclusive a sí mismo. ¿Sobrevivir a qué, si nada se le opone? ¿Será que, por falta de una alternativa al sistema, el liberalismo capitalista ha dejado de pensar(se)? Posiblemente el capitalismo se esté suicidando por no poder sobrellevar su propio hastío ante la ausencia de una lucha genuina por prevalecer. Tal vez esta crisis que atravesamos –si lo es- sirva para enderezar todo lo que en estas últimas décadas parece venir en un rumbo cada vez más tortuoso y más torcido. ¿Será? ¿O estaremos atravesando el 1989 del capitalismo? Si como se ha leído por ahí estamos asistiendo a la caída del muro de Wall Street ¿qué será lo por venir? ¿DE QUÉ Y QUIENES SE OLVIDÓ EL COMUNISMO? El comunismo, surgido de una construcción teórica tan formidable como el capitalismo es, al igual que éste, reo de mala praxis. Ambos olvidaron al hombre (entiéndase el término “hombre” como abarcativo de ser humano, que en aguas bastante profundas y oscuras me he metido yo como para todavía estar en posición de observar el vocabulario de género). Limitado a un materialismo que de histórico no tuvo nada, creyó que bastaba al hombre comer, educarse y trabajar. El politburó (política del buró, de la oficina, burocracia al fin) pretendió pensar por todos. Fue brutalmente autoritario poniendo como pretexto un mundo capitalista que lo asediaba. Atendía las necesidades básicas del pueblo, mientras la nomenclatura partidaria gozaba de todos los bienes disponibles y que en teoría eran, propiedad de “todos”. Esa praxis creó entonces un capitalismo de partido, de funcionarios que ocupaban la posición que en la otra parte del mundo correspondía a la burguesía. Olvidó que el hombre es sujeto deseante y que como tal, derribadas por el avance tecnológico imparable las murallas que aislaban al pueblo del resto del réprobo mundo, los camaradas quisieron gozar de los mismos bienes que ofrecía el capitalismo corrupto. El sistema implosionó, se derrumbó hacia adentro de sí mismo vencido por la presión de una realidad inocultable y de sus propias contradicciones y excesos. Al igual que el capitalismo, no puede decirse que el comunismo fracasara por debilidad teórica, fracasó, insisto, por mala praxis y por venalidad de quienes lo administraban. PARA FINALIZAR Tal y como veo hoy la realidad, opino que el capitalismo también ha fracasado. En su versión actual muchos de sus vicios se asemejan notablemente a los de su adversario de otrora. Por lo menos en su materialismo demente y su autoritarismo violento. Como claramente lo explica el sociólogo Ulrich Beck en su libro Generación Global, el comunismo creó la imagen de colas interminables de personas (seres deseantes, los llamo yo) tratando de conseguir bienes que eran escasos para cubrir sus necesidades. El capitalismo ha creado colas interminables de personas (seres deseantes también) necesitando adquirir bienes disponibles que no puede comprar. La única diferencia es que las colas del capitalismo no se forman, no se verifican, pero existen. Tal vez esta contingencia por la que estamos atravesando sea la oportunidad de oro para repensarnos, para romper el abrazo inmovilizante con los fantasmas de los viejos paradigmas. No creo que haya que tirar por la borda veinticinco siglos de pensamiento occidental. Tal vez deberemos volver a un enfoque del pensamiento más humanista, más integrador, si quieren ustedes más romántico, y comenzar a ver al hombre como destinatario principal y último de todo bien y bienestar. Pensar que el mundo que conocemos puede ser sin cualquiera de nosotros, pero no sin todos nosotros.