De Todo Bastante

Compartir mis impresiones sobre lo que pasa a mi alrededor.Si alguna vez logro instalar una sonrisa, una emoción o contribuyo a sembrar o cosechar una idea, sentiré que este espacio se carga de sentido. Este blog no tiene posición política partidaria, al igual que su autor. Por lo tanto, se publicarán textos con cualquier orientación al respecto, siempre y cuando los considere de interés para compartir.

Nombre: JTONIG
Ubicación: Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Jorge A. Jaurena Nacimiento: 23/11/1949 en Buenos Aires, Argentina.

14.9.06

Gaby Koenig acerca de Blumberg

Gabriela estudia Recursos Humanos, y es responsable del departamento homónimo de una empresa transnacional. Reside en Salta, es casada y tiene dos hijos. Su texto, que transcribo a continuaciòn, ha sido editado por mi únicamente extrayendo los párrafos con comentarios y consideraciones de índole personal, derivados de los más de veinte años de nuestra amistad, gran parte de los cuales hemos sido, además, compañeros de trabajo.
________________________
En Antropología leí lo que transcribo a continuación: (De los ricos y los pobres, del medio pelo y los villeros, de burgueses y piojos resucitados…) “… A decir de Leach, antropólogos y no antropólogos nos encontramos realizando la misma operación clasificatoria: “Yo” me identifico a mí mismo con un colectivo “nosotros” que entonces se contrasta con algún “otro”. Lo que “nosotros” somos, o lo que el “otro” es, dependerá del contexto. (…) En cualquier caso “nosotros” atribuimos cualidades a los “otros”, de acuerdo a su relación para con nosotros mismos. Si el “otro” aparece como algo muy remoto, se le considera benigno y se lo dota con los atributos del Paraíso. En el extremo opuesto, el “otro” puede ser algo tan a mano y tan relacionado conmigo mismo, como mi señor, o mi igual, o mi subordinado. (…) Pero a mitad de camino entre el “otro” celestialmente remoto y el “otro” próximo y predecible, hay una tercera categoría que despierta un tipo de emoción totalmente distinta. Se trata del “otro” que estando próximo es incierto. Todo aquello que está en mi entorno inmediato y fuera de mi control se convierte en un germen de temor (1967:50-51). Del libro: “Constructores de Otredad”, Boivin, Rosato y Arribas, Eudeba, 1999. Personalmente no estuve en la plaza apoyando a Blumberg, ni su candidatura, ni sus propuestas de reforma que considero equivocadas. Sino para decir, principalmente a mis hijos, que estoy a favor de la Vida y la Justicia, y que me duele y preocupa que muera gente. En eso estoy de acuerdo con él y con toda la gente que estuvo con su vela y su cartel. Seguramente hay decenas de cosas en las que no concordamos. Como sociedad deberíamos aprehender que podemos coincidir con alguien en algunas ideas y en otras no. Y que eso no nos hace ni amigos, ni enemigos. Tampoco miembros del mismo club. También que todos los humanos tenemos valores (aunque existen algunos a los que los doy vuelta y vuelta y no les encuentro ninguno, pero son los menos) y que la Sociedad puede y debe beneficiarse de ellos. Viva la diferencia! Porque en ella está la verdadera riqueza, evolución y grandeza de los pueblos. Si damos un vistazo a las etapas de “uniformidad forzada de pensamiento” que vivieron algunas sociedades no encontramos más que estancamiento: (la España de Franco, nosotros, Cuba –el otro remoto-) La bala mata, no importa quien la tire! Estoy de acuerdo! Y creo que allí está mi límite de apertura mental, de mi aceptación a lo distinto. A esta altura, no puedo creer que quienes fueron a la plaza lo hicieron solo por el miedo individual. O a pedir que “alguien” los proteja. Quiero pensar, que los argentinos estamos saliendo de la primera adolescencia. Esa terrible etapa en la que el humano pasa el 50% de su tiempo mirándose el ombligo y el tiempo restante mirándose en el espejo. Y que realmente, lo hicimos para mostrar que somos jóvenes (por falta de práctica) “ciudadanos” a los que les importa que en esta sociedad se respeten, fundamentalmente, dos valores: la Vida y la Justicia. La discusión posterior será en el cómo. Pero primero estamos de acuerdo en el qué. Y del cómo hay que hablar muchísimo. Por ejemplo pienso que la Vida se respeta desde la concepción y en cada etapa. Pero sin hipocresía, porque puedo rasgarme las vestiduras por un aborto y abandonar al chico que me pide una moneda. Como seguramente le pasa a muchos, vivo enfrentándome a mis propias contradicciones. Tratando de ser lo más coherente posible, a veces fallando. Lo individual y lo colectivo mantienen, dentro de mí, una lucha sin cuartel. Porque me gusta mi propiedad privada, pero no puedo disfrutarla si los hijos de la persona que cuida a mis hijos cuando yo no estoy, no tienen las mismas oportunidades que mis hijos. Por eso creo que la única manera de hacer de éste un lugar “pasable” es la democracia y con ella, el contrato social. Al menos no encuentro en la historia alguna opción mejor. (Aunque, como diría una amiga socióloga, la sociedad prepara tu esquema de razonamiento para que llegues a la conclusión esperada: el individuo puede mejorar si se lo propone.) Y dentro de él, existen las convenciones: reglas que todos aceptamos como regentes de la convivencia y nos comprometemos a cumplir. Sin ellas sobreviene la anomia de Durkheim, el sálvese quien pueda, el caos. Me parece que somos unos cuantos los que, hartos de la adolescencia temprana, queremos madurar y construir una sociedad en serio. Y si bien nuestros representantes son los encargados de justamente representarnos en la fijación de aquellas convenciones, no es mal ejercicio mostrarles qué nos preocupa, ocupándonos. Por otro lado (o por lado principal) tenemos que definir qué sociedad queremos ser. Y para eso tenemos que pensar, hablar, discutir (en el sentido ingles del término). Pero ya. Porque se nos están muriendo los futuros ciudadanos. Algunos de hambre, otros por una bala (de policías o de ladrones que más da) Y sabes qué, como vos decís, no tengo por qué pedir que mis gobernantes sean mejor que yo. Sí tengo que hacer un profundo análisis de conciencia, porque no puedo seguir culpando a mis padres por las cagadas que me mando hoy. Tengo que madurar, de una puta vez, y hacerme responsable por lo que soy. Por ejemplo, el proyecto de Ley de Educación Nacional tiene un sitio
en el que cada ciudadano puede contestar una encuesta general (que tiene preguntas cerradas, intencionalmente dirigidas y bla bla bla bla) pero cualquiera puede dejar sentado su opinión al respecto, y no se está utilizando, (más allá de lo que haga el de turno con las respuestas). Deberíamos estar discutiendo fuertemente este tema. Deberíamos estar demandando más espacios de diálogo. Deberíamos boicotear a los medios de comunicación que están asquerosamente comprados (y no hace falta ninguna aclaración al respecto). Sinceramente, con los desafíos que tenemos por delante, discutir si Blumberg tiene ambiciones políticas o no, si lo hace por su hijo o no, si es nazi o no… es tan intrascendente… Si quiere ser político, que lo sea. En su momento revisaré su plan estratégico de gobierno y me decidiré si lo apoyo o no (seguramente no) También tenemos que acercarnos un poco más al “otro” cercano e incierto. Porque, como “nosotros”, es parte de la sociedad y si no buscamos una forma de inclusión, el sistema puede convertirnos en el "otro" en cualquier momento; y si tenemos la suerte de permanecer dentro, el "germen de temor" tomará la dimensión de demonio acorralándonos y condenándonos a vivir en ghettos, como se está viendo en algunos barrios de Buenos Aires cerrados (Huxley?). Y como sociedad somos responsables de las oportunidades que recibimos. Mi sueño es un país comunista a rajatabla para los ciudadanos de 0 a 21 años, (a los que se asegure alimentación, salud, educación y diversión) y capitalista para los mayores de 21. El cartel que llevamos a la plaza 9 de julio de Salta el jueves 31 de agosto decía “Por la Vida y la Justicia” no decía por Blumberg. De una cosa estoy segura, no quiero decirle a mis hijos lo mismo que me dijeron mis viejos cuando les pregunté qué hicieron en el 76: “y… estábamos trabajando” Te aliento más a proponer un debate para ver qué nos gustaría ser como país que si están o no de acuerdo con Blumberg. De todos modos, tus opiniones vertidas en el documento van mucho más allá de este hombre a quien yo no le llamaría fenómeno. No te olvides que los medios generan líderes líquidos (mal-robándole el concepto a Bauman) Por lo que en tu lugar haría la propuesta de discusión, pero analizando no a Blumberg sino qué buscó la gente con esa marcha. Un besote Gaby